El estudio del cristianismo nos lleva
ineludiblemente al fenómeno evangélico
del siglo 19 del “rapto secreto.” El
problema es que los que siguen esta doctrina lo aceptan como un dogma
establecido mas allá de toda duda en las Escrituras, sin embargo, el hecho es
que la doctrina del “Rapto” es cultico en el sentido que no parte de una
exegesis sana de las Escrituras, sino mas bien, de una lectura que no tiene
respaldo escritural. No importa cuanta justificación y maromas escatológicas sus
defensores quieran proveer, la doctrina humana del “rapto secreto” es cultica.
Esto es lo que se ha infiltrado en el evangelicalismo Americano desde el siglo
19 en la doctrina dispensacionalista. El gran “cover-up” histórico y doctrinal
de los orígenes del “Rapto” debe hacer a cualquier serio evangélico a abandonar
de una vez por todas esta doctrina humana de origen cultico.
El hecho mismo que los defensores del
“rapto” alegan de un origen antiguo, estriba en el hecho de que esta doctrina emergió
durante un periodo cuando casi todos los grupos culticos nacieron en los
Estados Unidos, siglo 19:
Mormones, Testigos de Jehová, Adventismo del séptimo día,
“Ciencia Cristiana” etc, y sus modernas diferentes
sectas menores entre ellas, “la Iglesia Mundial de Dios” del difunto Herbert W
Armstrong. “La Ciencia Cristiana,” y los
proto-pentecostales carismáticos. De estos últimos lo podemos ver en las
enseñanzas del famoso cultico William Branham.
Sin embargo, el origen de la
creencia cultica del rapto, tiene un lugar especial dentro de la teología evangélica
América que se diseminó en toda LatinoAmerica y que es la base de todas las
sectas evangélicas, incluyendo el pentecostalismo. Sus orígenes son encubiertos
pues tiene mucho de espiritismo, ocultismo incluyendo la levitación. Esto es
evidentemente producto de doctrinas no bíblicas y más bien del gnosticismo y
satanismo. Sin embargo, esto es exactamente lo que se ha arraigado en el
evangelicalismo-pentecostal.
La doctrinadispensacionalista
enseña un falso evangelio pues dice que existen múltiples dispensaciones del
evangelio en las edades Bíblicas. El tema central es que existe una versión para
los Judíos y otro para los Gentiles, esto contradice la enseñanza del Nuevo
Testamento la cual establece que existe una fe, una sangre, un evangelio, y una
salvación: “ Hay un solo cuerpo y un solo Espíritu, así como
también vosotros fuisteis llamados en una misma esperanza de vuestra vocación; 5 un
solo Señor, una sola fe, un solo bautismo, 6 un
solo Dios y Padre de todos, que está sobre todos, por todos y en todos. 7 Pero
a cada uno de nosotros se nos ha concedido la gracia conforme a la medida del
don de Cristo (Efesios 4:4-7).
Por lo tanto el culto del rapto
segrega la salvación de Judíos y gentiles, esto es una violación grave a la
verdadera revelación de Dios en cuanto a su verdadero plan de salvación. Esto hace del dispensacionalismo una
falsa doctrina.
Es interesante el notar que en el siglo 19, esta
doctrina del dispensacionalismo surge junto con otras herejías que son la expresión
del espíritu del anticristo para confundir a los santos y electos.
Algo notable en la explosión cultica del siglo 19, es
la aparición de los Ruselitas, o más conocidos como los “Testigos de Jehová.” Su
fundador Charles Russell, fue un auto proclamado Mason y excéntrico mentiroso y
charlatán. Su gran invento es la doctrina de los 144,000 sellados, según la “Wachtower”
o TJ (de ahora en adelante), son los únicos “elegidos,” su hermenéutica ha
logrado engaña a millones, inclusive a muchos evangélicos, es una aberrante
doctrina que debe ser rechazada.
Fue en este tiempo que otro grupo,
que distorsionó la identidad de los 144,000 apareció, la llamada doctrina “Británico-Israelita”
la cual se extendió a través de Europa, con la idea de la llamada “tribus
perdidas” de Israel, la cual dice que las diez tribus de Hebreos cautivos en
Asiria en el siglo 8 AC, se dispersaron en la parte Caucásica y de allí emigraron
en Gran Bretaña y últimamente en todo Europa.
Sumamos a estos cultos la manifestación
Masónica de los llamados “Mormones.” Esta gran secta cultica pseudo-Cristiana
nace de otro “visionario” quien usa elementos gnósticos oscuros para engañar
sus incautos seguidores.
Este culto es otra variación de la doctrina Británica-Israelita,
la cual ha hecho creer a muchos que los Mormones son todos descendientes de la
tribu de Efraim, Los Mormones, una multimillonaria corporación religiosa de
origen Americano, es el gran competidor del evangelicalismo.
Sin embargo en la cima y cúspide de esta amalgama de herejías
y doctrinas de demonios, está el llamado “rapto cultico.”
Saciado de todo, excepto por la verdad, el culto del rapto se deslizó
subrepticiamente en el Cristianismo evangélico de América, y de allí viajó a
Latino América. La verdad del evangelio fue manoseada y perturbada y ultrajada,
la escatología Bíblica fue gravemente trastocada así como Satanás engañó a la
mujer, usando la palabra de Dios lo descontextualizó. El cuerpo de Cristo fue
humillado y confundido, pues el Señor ahora vendría en “dos etapas”, como si lo
que dijo en las Escrituras fuera una mentira, y que se tuvo que esperar 1,800
años para conocer “la verdad” de las dos
etapas. Pero más que todo, la veracidad de Dios en cuanto a la salvación fue
atacada en su raíz.
Dentro de este escenario “cultico”, todas estas sectas
chocaron unas con otras, esto se llamaría como la dialéctica herética. Y así
fueron creciendo y haciéndose cada una más sofisticada y su producto manchó la
verdad del evangelio, un “monstruo” fue creado, y este “monstruo” es lo que
llamaron “iglesia” en el conocimiento popular.
Sin embargo en todo este embrollo, todos estos cultos están
unidos en algo común: la salvación es por obras. Pelagianismo, semi
pelagianismo y Arminianismo, estaban detrás de sus componentes teológicos.
Sátanas estaba recreando la salvación sin Cristo: Legalismo, reglas humanas,
nuevas doctrinas nunca antes escuchadas, un re-avivamiento de viejas herejías empaquetadas
en un sistema más moderno de retorica falsa. Si alguna vez las falacias han
dado su fruto, es en América durante el siglo 19: mezclas de Masonismo,
gnosticismo, espiritismo, oscurantismo, y porque no, satanismo. Ignacio de
Loyola, el fundador de la Sociedad de Jesús estaría feliz.
Todas estas sectas atacaron al Hijo de Dios, su
naturaleza, su divinidad: Charles Russel, Mary Baker Eddy, Joseph Smith,
Herbert W Armstrong, Hellen D White, William Branham, etc, tenían como propósito des-construir a Jesús
como Hijo de Dios. Por eso el movimiento Pentecostal, no es solo un movimiento
cuyo origen es de “avivamiento”, sino más bien de abierta rebelión al verdadero
Jesús de las Escrituras.
Pero el culto más grande es el “del rapto,” es una abominación,
pues todas estas sectas llevan al “rapto,” de una manera u otras, en el sentido
que ofrece una salvación diferente al de las Escrituras. De esta manera, Dios puede
supuestamente “corregir su fracaso”, la salvación del “verdadero” pueblo
escogido, los judíos.
Todo esto ha causado gran confusión dentro del
evangelicalismo. Carente de una fuerte, solida, y sana teología, los adherentes
a este movimiento se vieron como huérfanos teológicos en una amalgama de sectas
y doctrinas que competían por seguidores en un descabellado escenario apocalíptico.
Los Reformadores tenían razón,
una teología sin raíces en su contexto histórico Bíblico hace de la iglesia es
una nave sin brújula: expuesta a toda clase de doctrinas. Eso lo vemos en
Escocia con los pactantes, y en la Asamblea de Westminster, en la lucha por la
sana doctrina y la verdadera Iglesia entre Presbiterianos, Puritanos y
Episcopales Anglicanos Arminianos.
Al final, el trabajo último
de los cultos, aunque lo nieguen, es el odio al Hijo de Dios, y a Su trabajo
redentor para sus escogidos. Niegan su divinidad, y así, ser el salvador de Su
pueblo, de todos aquellos que son llamados para salvación por el Padre.
Pero sabemos que el reino de Dios, es manifestado en
el cuerpo de Cristo, su iglesia. Existe solo una iglesia, una fe, un Dios, un
Señor, un bautismo, una esperanza, y una salvación. Dios tiene solo un pueblo,
no dos, o tres; un solo plan de Salvación, no dos planes para cada pueblo.
Caesar Arevalo
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