En esta parte del Directorio para la Adoración Pública de Dios, vemos la forma de conducta Presbiteriana durante el servicio público. La seriedad y respeto a Dios y los hermanos es evidente. Sin caer en una formalidad hipócrita, los Pactantes entendían que el servicio a Dios debe ser expresado en una conducta correcta respecto al Dios que adoramos. Vemos tambien como se debe hacer la lectura pública de las Sagradas Escrituras, y la exposición de ella solo por ministros ordenados y aprovados por el presbítero.
Han pasado 500 siglos y los principios siguen vigente. Ahora mas que nunca la iglesia moderna debe aprender de los presbiterianos en gran manera. Lealo piense en la situación de la iglesia actual, y preguntese ¿Qué es lo que la iglesia moderna puede aprender de los servicios Presbiterianos de 1645?
DE LA REUNION EN LA CONGREGACION Y DE SU COMPORTAMIENTO EN EL CULTO PUBLICO
Cuando la congregación se reúne en adoración pública, el pueblo (habiendo antes preparado sus corazones) deben todos venir y unirse a ella, no ausentarse de la ordenanza pública por negligencia, o bajo el pretexto de reuniones privadas.
Que todos entren en la asamblea, no irreverentemente, pero de una manera seria y decorosa, tomando sus asientos o lugares sin adoración o reverencia a sí mismos o hacia un lugar u otro .
La congregación así reunida, el ministro, después de llamar solemnemente a la adoración del gran nombre de Dios, comienza con una oración.
"En toda reverencia y humildad reconociendo la incomprensible grandeza y majestad del Señor , (en cuya presencia se presentan en una manera especial) y reconociendo su propia vileza e indignidad de acercarse tan cerca de él, con su absoluta incapacidad de ellos mismos a tan grande obra, y humildemente rogándole perdón, ayuda, y la aceptación durante todo el servicio que se efectúa, y la bendición en esa parte particular de su parte de su palabra que se lee: y todo en el nombre y la mediación de la Señor Jesucristo " .
El culto público una vez iniciado, todas las personas deben de asistir, se deben de abstener de leer cualquier cosa, excepto lo que el ministro está leyendo o citando a continuación , y la abstención implica los susurros privados, conferencias, saludos, o hacer reverencia a cualquier persona presente o que este entrando, como también de toda mirada , o dormir en el servicio, y otros comportamientos indecentes lo que puede perturbar al ministro o personas, o impedir a sí mismos o a otras personas del servicio a Dios.
Si alguno, por necesidad, es impedido de estar presente al principio, no debería al entrar en la congregación dirigirse a sí mismo a sus devociones privadas, sino con reverencia comportarse el mismo para unirse a la asamblea en la ordenanza de Dios, que en ese entonces se está llevando a cabo.
DE LA LECTURA PUBLICA DE LAS SAGRADAS ESCRITURA
La lectura de la
Palabra en la congregación, ser
parte de la adoración publica de Dios, (en la
cual nosotros reconocemos nuestra dependencia de él, y el sometimiento a él,) y
uno medio santificado por él para la edificación de su pueblo, todo esto para
llevado a cabo por los pastores y maestros.
Con todo eso, tal
como es la intención del
ministerio, puede ocasionalmente leer la palabra, y
ejercer su don de predicar en la congregación, si lo permite el presbiterio en
ello.
Todos los libros
canónicos del Antiguo y del Nuevo Testamento (pero ninguno de los que
comúnmente se llaman apócrifos) se leerán públicamente y en lengua vernácula,
de la mejor traducción permitida, claramente, para que todos puedan escuchar y
entender.
¿Qué tan grande porción de la Escritura será leída? Eso se deja a la prudencia del ministro; pero es conveniente, que
normalmente uno de los capítulos de cada Testamento se lea en cada reunión; y a
veces más cuando los capítulos sean cortos, o la coherencia de la materia lo
requiera.
Es un requisito
que todos los libros canónicos
puedan leerse siempre para que las personas
puedan estar más familiarizadas con todo el cuerpo de las Escrituras; y
ordinariamente, donde la lectura en cualquiera Testamento termine en un día del
Señor, se debe continuar con el siguiente testamento.
Recomendamos
también la lectura en forma más
frecuente de tales escrituras para el que lo lee, que piense mejor para la edificación de sus oyentes, como el libro de los Salmos,
y lecturas semejantes.
Cuando el
ministro que lee considere necesario exponer cualquier parte de lo que se lee,
que no lo haga hasta que el todo el capítulo o salmo se termine de leer; y se
debe de tener en cuenta el tiempo para que ni la predicación, ni otras
ordenanzas sean acortadas o consideradas tediosas. Esta es la regla que ha de ser
observada en todas los demás servicios públicos.
Al lado de la
lectura pública de las Sagradas Escrituras, toda persona que pueda leer, se le
exhorta a leer las Escrituras en
privado, (y todos los otros que no saben leer, si no están incapacitados por la
edad, o de otra manera, son exhortados igualmente a aprender a leer) y de
tener una Biblia.
Trad. Caesar Arevalo
Fuente:
The Directory for the Publick Worship of God
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