LA VERDAD

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martes, noviembre 20, 2012

EL IDOLO DEL "LIBRE ALBEDRIO": JOHN OWEN



INTRODUCCION

En esta sección, capítulo 12, de la Obra "Una Presentación del Arminianismo", Owen expone las falacias del Arminianismo original y las refuta contundentemente. Owen se refiere al "libre albedrío," como el "ídolo", "diosa pagána,"  resucitada de los antiguos y menciona a Pelagio como el artífice de esta teología entre los Arminianos. Tema importante, pues el "libre albedrío" es el principio en la teología Evangélica  a la cual todos los Reformadores, se opusieron y combatieron.


SERMON: EL IDOLO DEL LIBRE ALBEDRIO
POR: JOHN OWEN ( 1616-1683)

Nuestra próxima tarea es observar al propio ídolo, de esta gran diosa del “libre Albedrio” cuyo origin no es bien conocido. Élla es presentada como la imagen de Diana de Éfeso [1], que ha caído del cielo y tiene sus dotes de arriba. Pero aún teniendo en cuenta que es nada y que su idea de ella ha cambiado desde su primera comparación a este enorme figura inmensa que ahora se tiene en mente, se puede decir de ella como dijo el pintor de su imagen monstruosa, que él había reparado o estropeado más bien de acuerdo a la fantasía de cada uno, "Es el tema del cerebro de la gente." 

Se supone que fue Orígenes que trajo [el libre albedrío] por primera vez a la iglesia, pero entre los muchos adoradores sinceros de la gracia divina, este predicador de nuevos demonios encontró poco atneción. [el libre albredrío] fue considerada como el tronco de Dagón con la cabeza y las manos establecidas delante del arca de Dios, sin cuya ayuda no podía saber ni hacer lo que es bueno en ningún manera, como un árbol de higo, como un pedazo inútil de madera."  

Los padres de las edades subsiguientes debatieron mucho sobre como se debe utilizar [el libre albedrío], y aunque algunos lo exaltaron a uno o dos grados por encima de sus méritos, sin embargo, la mayoría llegó a la conclusión de mantenerlo como un bloque inmóvil hasta que al final surgió un campeón valiente, que retó o desafió en su nombre a toda la iglesia de Dios, y como un caballero andante, vagando desde el oeste hacia el este para enfrentarse a cualquiera que se oponía a su ídolo, quien, aunque se encontró con los adversarios, especialmente uno, que en el nombre de la gracia de Dios continuamente le frustró y le echó en el suelo, y que en el juicio de todos los jueces legítimos reunidos en concilios, y en opinión de la mayoría de la testigos cristianos, sin embargo, por su insinuación y astucia, plantó esa opinión de la deidad de su ídolo y de la autosuficiencia en los corazones de los buscadores que hasta la fecha nunca pudo ser erradicado.

Ahora, después de la muerte de sus fieles pelagianos, algunos de los corruptos escolásticos, la vio así desde su nacimiento expuesta sin refugio a la intemperie, a todas las agresiones, y por mera caridad y amor propio le construyó un templo y lo adorno con las luces naturales, los méritos, sin control de operaciones independientes, [y] muchas otras ayudas felices en sí misma. Pero en el comienzo del tiempo de la Reforma-el tiempo fatal para la idolatría y la superstición junto con las abadías y monasterios- el celo y el aprendizaje de nuestros antepasados con la ayuda de la Palabra de Dios demolió el templo y partió este edificio hasta el suelo; fue tirada a la basura la cual esperamos que el ídolo se haya hundido tan profundamente enterrado como para que su cabeza nunca debió haber salido; trayendo problemas a la iglesia de Dios, hasta no hace mucho algunos ingenios curiosos, cuyos estómagos débiles se obstruyen con el maná y detestan la leche espiritual no adulterada, rastrillan todos los estercoleros de novedades, iluminaron por desgracia a este ídolo, y en la actualidad con una alegría no menor que la del ,atemático en el descubrimiento de una nueva proporción geométrica exclaman: "Lo hemos encontrado! Lo hemos encontrado! " Y sin más preámbulos, hasta  erigieron un santuario, y hasta el día de hoy siguen ofreciendo alabanzas y gracias por todo el bien que hacen a esta obra de sus propias manos

Y para que el ídolo pueda estar libre de la ruina, a la que esta sujetado él mismo por la experiencia están sometidos sus adoradores, le han acompañado a la contingencia, una nueva diosa de su propia creación, que habiendo demostrado ser muy fructífera en los nacimientos monstruosos en sus conjunciones, ellos no dudaron en establecer su trono y hacerla la presidente de todas las acciones humanas. Así que después de que por 1,200 años peleó contra la providencia y la gracia de Dios, ella se jacta ahora como si hubiera obtenido una victoria total. Pero sin embargo, todo su influencia ha de atribuirse a la diligencia y el barniz de sus nuevos cómplices con--para nuestra vergüenza se lo ha dicho!--la negligencia de sus adversarios. No hay ningún valor más real en él, o en su causa de lo que era cuando los antiguos padres le sacaron y condenaron fuera de la iglesia. 

Sin embargo, aquí observamos, que no nos oponemos absolutamente al libre albedrío, como si se tratara de un mero producto [o que] como que no hay tal cosa en el mundo, pero sólo en el sentido que los Pelagianos y Arminianos lo afirman . Sobre palabras no vamos a contender. Concedemos al hombre, en la sustancia de todas sus acciones tanto de poder y libertad, una mera naturaleza creada capaz de hacer. Nosotros le concedemos ser libres en su elección de todo coacción exterior, o la necesidad interior natural de trabajar de acuerdo a sus opciones y deliberación, y espontáneamente abrazar lo bueno que le parezca a él. Ahora llamen a este poder "libre albedrío" o lo que quieras, [mientras] que no lo hagan supremo, independiente y sin límites, no estamos absolutamente preocupados. La imposición de nombres depende de la discreción de sus inventores.

Una vez más, incluso en las cosas espirituales, negamos que nuestras voluntades son del todo inhabilitadas o privadas de una apropiada libertad.

 Pero aquí decimos, en efecto, que no son propiamente libres hasta que el Hijo nos haga realmente libres. 

No afirmamos tal libertad como para hacernos despreciar la gracia de Dios, en realidad podemos alcanzar la verdadera libertad, en efecto, lo que añade la gracia, pero no quita nada de nuestra libertad original. 

Pero esto, después de demostrar como los Arminianos hacen del "libre albedrío" un idolo. Sólo tome nota en de lo que hablamos en la introducción de ello, no como fue creado en un principio por Dios, pero mas bien como ahora está corrompido por el pecado, y considerado en ese estado también, atribuyen a él una capacidad de lo que alguna vez tuvo [pero que no tiene mas].

"En esto," dijo Arminio, "consiste la libertad de la voluntad, que todo lo que se necesita para poder hacer lo que se desée que se logre, permanece indiferente a la voluntad de querer o no." 

Y todos ellos en el Sínodo: "Existe ", dicen, "lo que acompaña a la voluntad del hombre una propiedad inseparable, lo que llamamos libertad, de donde la voluntad se denomina un poder, que cuando todas las cosas son necesarias para que el funcionamiento se cumpla, puede disponer o no de cualquier cosa. " 

Es decir, nuestra libre voluntad tiene tal poder absoluto e incontrolable en el territorio de todas las acciones humanas, pero no tienen ninguna influencia en la providencia de Dios, no cambia su decreto, no cambia su propósito, ni puede influir en absoluto en sus determinaciones, ni tiene ningún poder para causar que El va a resolver cualquier acto como si Dios  tuviera el intento de hacerlo! 

Por ejemplo en la gran obra de nuestra conversión. "Todos los hombres no regenerados" dijo Arminio, "tienen en virtud de su libre albedrío, el poder de resistir al Espíritu Santo, de rechazar la gracia ofrecida a Dios, a despreciar el consejo de Dios con respecto a sí mismos, de rechazar el evangelio de gracia, de no abrir el corazón al que llama."  

¡Qué valiente es este ídolo, a quien ni el Espíritu Santo, la gracia y el consejo de Dios, el llamado del evangelio, los golpes en la puerta del corazón, puede moverlo, o en la menor medida pudiera prevalecer más que él!   ¡Ay de nosotros, entonces, si cuando Dios nos llama, nuestro libre albedrío no esta en buen humor y buena disposición para escucharle a Él! Pues parece que no hay frente a ella otra manera, tan poderosa y omnipotente. 

"Para la concesión" Corvino dice: "todas las operaciones de la gracia que Dios puede usar en nuestra conversión permanece así en nuestro propio poder que no se puede convertir, esto es, que puede girar o dar vuelta en nosotros mismos," donde el ídolo claramente desafia al Señor el trabajar su poder y le dice que, después de haberlo hecho así, él hará lo que quiera. Su infalible presciencia, Su predeterminación de gran alcance, la eficacia moral del Evangelio, la infusión de la gracia, la operación eficaz del Espíritu Santo, todo es nada, y  nada es disponible para ayudar o promover nuestras voluntades independientes en sus actuaciones.  

Para los Remonstrantes, "siempre suponen un poder libre de obedecer o no obedecer, y también en aquellos que obedecen al igual que en aquellos que no obedecen", donde todos los elogios de nuestra obediencia, por lo que nos hace diferentes de otros, se atribuye a nosotros mismos, y al poder "libre" que está en nosotros.

Ahora bien, ellos no quieren decir que eso significa un acto de obediencia, sino de la fe misma, y la consumación total de la misma. "Porque si un hombre decir, que todos los hombres del mundo tienen un poder de creer si lo desean, y para alcanzar la salvación, y que este poder se asienta en su naturaleza, ¿qué argumento tienes para refutar?"  Arminio dijo triunfalmente a Perkins, donde el sofístico innovador claramente confunde la gracia y la naturaleza como nunca lo hizo Pelagio. 

Eso es, entonces, que los Arminianos dicen aquí que en nombre de su “libre albedrío,” es decir, una independencia absoluta de la providencia de Dios, hacemos cualquier cosa, y de su gracia hacemos lo que es bueno-esto es una autosuficiencia en todas sus operaciones, una sesión plena indiferente de hacer lo que queramos, esto o aquello, como tampoco está determinado ni al uno ni al otro, de esta forma hacemos caso omiso de cualquier influencia del cielo. Para que los actos buenos de nuestra voluntad no tengan dependencia de la providencia de Dios, ya que sean hechos en su gracia o no, ya que son buenos, pero en ambos aspectos proceden de tal principio dentro de nosotros mismos, y de ninguna forma son movidos por algún agente superior [exterior].

Un funcionamiento de autosuficiencia sin el movimiento eficaz de Dios Todopoderoso, la causa primera de todas las cosas, no podemos permitir ni a los hombres ni a los ángeles, a menos que tengamos la intención de hacerlos dioses. El poder de hacer el bien igual de hacer el mal, no hay que conceder al hombre, por naturaleza, a menos que se niegue la caída de Adán y pensemos que estemos en el Paraíso.

Estamos investidos con tal libertad de la voluntad, no obstante, es subordinado al decreto de Dios, como he mostrado antes. La mayoría es libre en todos sus actos, tanto en lo que se refiere al objeto de que escoge, y con respecto de ese poder vital y la facultad mediante la cual obra, infaliblemente cumpliendo la providencia de Dios y de trabajo en virtud de la moción de los mismos. Pero sin duda para afirmar tal independencia suprema e indiferente e ilimitada como la afirmación que hacen los Arminianos, según el cual, todas las otras cosas necesarias que se presupone, deben permanecer absolutamente en nuestro propio poder de voluntad, a hacer algo o no hacerlo, es simplemente negar que nuestras voluntades están sujetos a la regla del Altísimo, contra tal exaltación de esta altura de independencia, me opongo.

En primer lugar, todo lo que es independiente de cualquier otra operación es puramente activo, por lo tanto es un “dios,” porque nada más que una voluntad divina puede ser un acto de pureza, tal libertad en virtud de su propia esencia. Cada voluntad creada debe tener una libertad de participación, que incluye tal potencialidad imperfecta que no puede actuar sin algún pre-movimiento de un agente superior. Ni este movimiento es extrínseco en perjuicio de toda verdadera libertad de la voluntad, que exige que el principio de funcionamiento interno se active y sea libre, pero no dice que ese no sea movido por un agente superior exterior. Nada en este sentido puede tener un independente principio de operación, el cual no tiene un principio independiente.

En segundo lugar, si los actos libres de nuestras voluntades son tan serviles a la providencia de Dios para que Él los usara con el fin para efectuar sus muchos propósitos, entonces ellos no pueden por sí mismos ser tan absolutamente independientes como para tener su propio poder en cada circunstancia y condición necesaria, para que lo pueda utilizar o no utilizar a su antojo. Ahora, la primera está demostrada por todas las razones y textos de la Escritura que  demostré antes que la providencia de Dios controla las acciones y determina las voluntades de los hombres para que con libertad hagan lo que Él ha designado. Y, en verdad, si fuera de otra manera, el dominio de Dios sobre la mayoría de las cosas que están en el mundo [sería] excluido: no tendria poder para determinar cualquier cosa que alguna vez sucediera que tenga referencia en las voluntades de los hombres.

En tercer lugar, todos los actos de la voluntad siendo entidades positivas, si no hubieran sido previamente movido por el mismo Dios, "en quien vivimos, nos movemos y tenemos nuestro ser", debe haber ncesitado que tenga su esencia y existencia únicamente de su propia voluntad, que es una causa primera y suprema, dotado de un ser no derivado. 
La Escritura, como he observado antes, no tiene ese término ["libre albedrío"] en absoluto, ni nada equivalente a ella. Sin embargo, las expresiones con respecto a nuestra naturaleza y todas las facultades de los mismos en este estado de pecado y no-regeneration parecen implicar algo muy contrario: que estamos en "servidumbre" (Hebreos 2:15); "muerto en pecados" (Ef 2, : 1), y así "libre de la justicia" (Romanos 6:20); "esclavos del pecado" (v. 17), en el marco del "reino" y "dominio" del mismo, (vv. 12, 14), todos "nuestros miembros son instrumentos de iniquidad." (v. 13), no somos "verdaderamente libres"  hasta que "el Hijo nos hará libres" (Juan 8:36), de modo que este ídolo del libre albedrío, con respecto a las cosas espirituales, no es una pizca mejor que los otros ídolos de los paganos.

FUENTE: "Una Presentación del Arminianismo" Cap. 12.


TRADUCIDO POR: Caesar Arevalo.


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